Nadie es eterno en el mundo
(Darío Gómez, [Colombia, 1951])
Esto es parte de un proyecto: reunir una serie de comentarios
a canciones del género norteño mexicano, de esas que se tocan con acordeón y
bajosexto (aunque hay tríos con guitarra y bajosexto, sin acordeón; y suele
haber grupos que se acompañan de acordeón, saxofón, batería y otros
instrumentos). En cuanto uno pretende apegarse a un género, surgen
dificultades. Por ejemplo, ¿cuáles estados de la república se consideran
“norteños”? ¿Cuáles canciones y cuál música pueden considerarse norteñas: las
compuestas en esta región o las que interpretan grupos radicados acá? ¿Entran
al mismo costal los conjuntos de acordeón y sax con las llamadas “bandas” del
noroeste? Para evitar confusiones, dejaremos fuera de esta compilación a esas
agrupaciones de “la onda grupera” que ya casi no existen, como Los Solitarios,
Los Silver, y hasta rockeros como Los Apson: todos ellos, sin duda, son del
norte, pero no se los puede llamar del género norteño, como serían Los
relámpagos del norte, Los invasores de Nuevo León, Los tigres del norte, Los
cadetes de Linares, Los cardenales de Nuevo León, Los alegres de Terán, Los
broncos de Reynosa y un largo etcétera. Igualmente deben ser tomados en cuenta
personajes a quienes conocemos como solistas: Mario Saucedo, Ramón Ayala, Cornelio
Reyna, Lalo Mora, Eliseo Robles, Pedro Yerena, Pepe Hernández… Notamos en estas
listas incompletísimas dos cuestiones muy importantes. La primera es que se
trata de un mundo casi invariablemente masculino; la segunda, que estoy
ocupándome de música más o menos viejita y me olvido, por ahora, de los cientos
de grupos y solistas surgidos en este milenio y un poco antes. No tendríamos
espacio ni energías para abarcarlos a todos y todas.
Otro problema que hubimos de enfrentar es que los norteños
tocan y cantan temas propios de la región, pero también otros de origen
diverso. Es el caso de la canción que comentaremos hoy, “Nadie es eterno en el
mundo”, compuesta por el colombiano Darío Gómez en 1989. Curiosamente, ha sido
adoptada por músicos norteños, principalmente. El intérprete mexicano más
famoso de esta pieza es el zacatecano Antonio Aguilar, quien la grabó con
acompañamiento de banda norteña (quizá en 1986: https://www.youtube.com/watch?v=fBcggBE0EAw)
y también con mariachi (en 1995: https://www.youtube.com/watch?v=fdDKL5j9Sng).
Yo la escuché por primera vez tocada en docerola por el sinaloense Édgar
Fimbres, excelente requintista y cantante (https://www.youtube.com/watch?v=kj3ve6e7lfY).
Por lo anterior, considero a esta canción una pieza del folclor norteño, donde
ya echó raíces aunque provenga de muy lejos.
Por su ritmo valseado, se adapta perfectamente a los
compases de la canción ranchera y norteña. Es más, cuando la interpreta su
autor, lo hace con mariachi, y suena muy mexicana (https://www.youtube.com/watch?v=_QfyZsb1KTo).
Es notable que haya sido precisamente en el norte mexicano donde el tema y las
exigencias musicales de esta canción la hayan logrado acomodar al gusto
regional (no en el sur, no entre los intérpretes vernáculos).
Luis Omar Montoya Ávalos define con estas palabras el
fenómeno de la música norteña mexicana. Su enfoque es interesante, aún con su
brevedad, porque aborda aspectos políticos, además de los históricos:
“Ésta puede definirse desde lo
instrumental (acordeón y bajo sexto), desde lo visual (uso de cuera –chamarra–
tamaulipeca, botas y sombrero texano) y desde los géneros musicales (corridos,
rancheras, boleros, cumbias y baladas). La música norteña también es la fusión
de la tuba sinaloense con el acordeón norestense (pensemos en Calibre 50,
Julión Álvarez, El Mimoso y Julio Preciado)”. (“La música norteña en México: su
importancia y desarrollo”. RDI, Revista Digital Universitaria. En línea: http://revista.unam.mx/vol.18/num4/art33/)
Consultado el 10 de enero de 2022.
Los grupos y solistas de este género son cientos en toda
la franja norte de México. En Colombia, también, hay un grupo norteño compuesto
sólo por mujeres: Las damas de hierro. Otros conjuntos femeninos se van
abriendo paso poco a poco, aunque no han conseguido la difusión masiva de los
famosos.
Un fenómeno interesante de la música popular es que sus
repertorios no son tan territoriales como sus estilos e instrumentos: canciones
de la tradición rockera pueden ser interpretados con éxito por mariachis,
norteños y banda. Las canciones, aunque mantengan sus derechos de autoría, no pertenecen
de manera legal a uno u otro género. Por ello es que nos encontramos con una
composición originaria de tan lejos como Colombia, y adaptada al norte
mexicano, donde quizá muchos la consideran hija de esta región. La canción es
un poema de valor universal. Se dice que al autor lo apodaron “El rey del
despecho” por esta letra, pero en realidad se trata de una reflexión honda,
sentida, sobre la brevedad de la vida. Basta con escucharla con atención para captar
su trascendencia y belleza; por ello, nos ahorramos los comentarios y dejamos
hablar al poema. Y vayan a escucharlo en los enlaces que aquí les he dejado.
Sin mayores preámbulos, aquí la letra:
Nadie es
eterno en el mundo
Nadie es
eterno en el mundo
ni teniendo un corazón
que tanto siente y suspira
por la vida y el amor.
Todo lo
acaban los años,
dime qué te llevas tú,
si con el tiempo no queda
ni la tumba ni la cruz.
Cuando
ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren, que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás,
llorarás, mientras te acostumbres a perder,
después te resignarás cuando ya no me vuelvas a ver.
Adiós a los
que se quedan,
siempre les quise cantar,
suerte y que la gocen mucho
ya no hay tiempo de llorar.
No lloren
por el que muere
que para siempre se va,
velen por los que se quejen
si los pueden ayudar.
Cuando
ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren, que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás,
llorarás, mientras te acostumbres a perder,
después te resignarás cuando ya no me vuelvas a ver.
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