jueves, 11 de noviembre de 2021

Documento pesimista. Por Agustín García Delgado

 


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Los ricos dominarán el mundo. Mejor dicho, lo dominan desde hace mucho. No es que yo prefiera un dominio de los pobres o de la clase media: buenos y malos regentes del mundo habrá en todas las clases e ideologías, aunque en realidad no he visto a un pobre al frente de su país, para evaluarlo; cuando alguien llega al poder, si acaso alguna vez fue pobre, ahí deja de serlo, pues el poder modifica el estatus de las personas. No es que quiera denostar la existencia de clases sociales, de unos cuantos millonarios encumbrados; en rigor, si no me entero de cómo influyen los potentados en la vida cotidiana, en mi propia vida, poco me importa que tengan más o menos, pues en mi escala de valores no se cuenta el deseo de tener, obtener o atesorar dinero y propiedades. Pienso que, siendo la vida tan efímera, es absurdo vivirla entre montones de dinero que ni siquiera puedes contar. Es cierto: muchos millonarios no podrían decir exactamente cuánto dinero tienen. Creo que algunos no han conocido la cuantía de sus posesiones. No han caminado la total extensión de sus terrenos, no han habitado en todas sus casas y edificios, no han piloteado todos sus vehículos (ya quisiera yo tiempo para pilotear mi bicicleta). ¿Cuál es el sentido, entonces, de tener tanto?

            Desde hace algunos años se habla de avances médicos hacia la prolongación indeterminada de la vida. Incluso hay afirmaciones extremas: se podría suprimir la muerte. Algo dentro de mí me advierte que eso es una muestra de ceguera humana. Pretensiones hay tan absurdas como el progreso infinito, la búsqueda de felicidad en el placer, la superioridad de unas razas humanas sobre otras, o ver a la naturaleza como el enemigo a vencer en aras de conquistar el bienestar de la gente (no de toda la gente, eso es seguro).

            Por ilusoria que parezca la idea, es posible que surjan cada vez mejores medios para extender la vida y un día se logre vencer a las enfermedades. Falta mucho, pues ahora mismo no hemos conseguido entender plenamente el cáncer y muchas afecciones azotan al mundo sin que nadie encuentre cura pronta y definitiva. No obstante, una persona enferma, si tiene dinero, sin duda accederá a los últimos avances médicos y así su esperanza de seguir caminando sobre la tierra será mayor. Si un día se encuentra la fórmula de la inmortalidad o algo que se le acerque, estará disponible para unos cuantos, como ahora están las medicinas caras. El resultado será que una élite adinerada se verá más joven longeva, generación tras generación, mientras el resto de la humanidad seguirá lidiando como hasta ahora con sus males hasta donde sus recursos lo permitan. Imaginemos el escenario del mundo dentro de trescientos años: unas pocas familias de “jóvenes eternos”, asquerosamente ricos y poderosos, gobernarán cada país, o quizá un imperio mundial unificado, donde el resto de los humanos serán todos lacayos, empleados de corta vida sin expectativas de ascender en la escalera económica. No es imposible, ahora mismo no hay un verdadero freno a los monopolios y ello polariza la economía de manera constante y visible: banqueros, políticos y capos narcos dominan casi cada país del planeta. Los trabajadores sin ambición, conformistas como yo, sueñan con la igualdad, pero nada hacen (quizá porque no pueden) para construir un mundo más justo. Aclaro que mi conformismo se reduce al aspecto económico: creo que toda la gente debe trabajar bien, cultivar el arte y la salud, aprender cosas nuevas, mejorar sus relaciones con los demás, cuidar la naturaleza que nos da hogar. Creo que no hace falta riqueza para ocuparse de esas cosas, que constituyen mi mayor interés. Pero tal vez no sea posible debido a la pasividad de los soñadores, y el mundo parece avanzar hacia mi pesadilla pesimista: los ricos dominarán al mundo y lo conservarán en el estado que conviene a su interés; crearán ideologías que justifiquen la desigualdad y el dominio absoluto de unos cuantos (inmortales) por encima de los muchos (poco longevos). Crearán sistemas de salud que sólo ellos podrán pagar. Tal vez lo están haciendo ya y ni cuenta nos damos, aunque deseo más que nunca estar equivocado.

 

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