lunes, 16 de noviembre de 2020

Un poema de José Kozer




Hoy amanecí con deseos de compartir un poema mío, echarlo al aire para que no se arrancie. Pero resulta que comencé a hojear un libro de José Kozer y conforme avanzaba en la lectura, renuncié a mi ego. Comparto un poema de José Kozer, lo echo al viento como él antes lo hizo. Su poema es mío, aunque haya salido de otras manos, y es de todos porque lo sublime no tiene un solo dueño. Aquí está para ustedes.

 

TONDO EN FAMILIA

 

De mi madre nací, para su resurrección.

 

En el año

 

de la primavera tardía, resucitamos al unísono: gacha y
artritiquísima pies rencos la vi salir de casa con la columna
vertebral de dolores

 

mater aún; ya

 

pasaba: el grave asunto, pasaba. Y yo en ella en el remonte de sus
pechos, íbamos

 

agazapados

 

de Dios y papá, un momento: fulminados. Qué tibia omega
esa luz que mamé en sus pechos avejentados, mamada

luz

 

de aquella cicatriz de ciruelo en el gurruño de sus pechos: yo la
encendí, encendí un momento sus pezones. Jugueteamos,
éramos un meandro mismo entre los tallos de la superficie
de las cañabravas; yo con mi traje, mamá

 

descalza: subí. Sólo

 

han retoñado al unísono los árboles más nuevos del paisaje,
la pedí en arras y en prebendas a que jugáramos a dos alas
a dos

 

responsos a vencejo

 

y venceja a dos besos las sienes: me besó. A caballo, jugamos.
Y yo volví al umbral de las vacas, ahíto: de res y ubres,
ahíto. Juntos, éramos: muchacha y muchacho lavados

 

de añil

 

y cloro; mi madre del brazo de su crecimiento en mi padre,
los dos en su centro de mi corro infantil, ella de tul él

 

de frac de

 

medusas él ella de pistilos para animarnos mucho en nuestro
reposo ya a tenernos de pie, mamá en la esfera de encaje,
papá muy nuevo de yugo y corbata los dos

 

consigo.




Tomado del libro Y del esparto la invariabilidad 

(Antología: 1983-2004), pp. 22-23.

 

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