―Fíjate que mi esposo tiene ya un mes en el hospital.
―¿Alguna
enfermedad terminal?
―No.
¡Ay, cómo eres! Lo que pasa es que lo atropellaron. Y todo salió muy bien, la
operación, las curaciones. Pero una noche un doctor que llegó borracho a su
turno mandó que le inyectaran un medicamento que no era, y mi marido cayó en
coma.
―Híjole,
qué mala pata. Y por supuesto que ya le habrás puesto una demanda marca diablo.
Y otra al hospital.
―Pero
¿qué crees, Chávez? No podemos. Perderíamos el derecho a seguro médico. Porque
ese hospital y ese doctor son del sistema de seguro médico de la empresa donde
trabaja mi señor. Así que tendremos qué apechugar.
The end.
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