Foto: Pedro Chacón
A un lado mi sombra. En este escenario puedo acomodarla donde quiera, todo es cuestión del sistema de luces, pero en cuanto salgo afuera, el sol señala su derrotero y quizá mi destino. Así el teatro.
En el
foro soy otra. Otras. Las que me indiquen el guión, el director o mi análisis
del personaje; ¿por qué no puedo hacer lo mismo con mi vida? Allí no sé quien
escribe la dramaturgia ni tengo maldita idea de los parlamentos de los demás
protagonistas. Ayer Alonso me salió con que quiere irse, así nomás; dice que
quiere recuperar su libertad. Su respiración, dijo.
Nunca
habló de Selina, la actricita con la que se enredó en la gira del sur y que se
imagina que no me enteré desde el principio, en Guadalajara, donde dimos cinco
funciones. Pensé que sería una cosa de nada, como otras veces, un amorío sin
importancia de los que acostumbra y de los que yo disimulo como si no pasara
nada, bueno, ni modo, así es el teatro, yo misma he tenido mis queveres, para
qué es más que la verdad. Y no nada más el teatro, así son todos, ya ves mi
comadre Rosy, toda una señora decente, doctora y toda la cosa, pero bien que le
da vuelo a la hilacha en el hospital donde es La Especialista.
La
diferencia es que yo sí soy discretísima y cuido por sobre todo nuestra
relación, no como el imbécil de Alonso, que hasta presume con sus amigotes sus
conquistas de ocasión.
Pero
esta vez creo que ya se me salió del huacal y se ande tomando la gira en serio.
Por lo que me dijo ayer, ya se va. ¡Desgraciado!
The end.
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