Lo primero que hago al levantarme
es
ordenar mi cama.
Antes,
recién llegado del sueño,
pienso
en las tareas importantes
que
me esperan.
Pienso,
por ejemplo,
en
que debo ser hombre civilizado.
Para
ello es preciso limpiarse de apetitos.
Los
otros animales lo consiguen
mediante
reglas de supervivencia
y
dominio jerárquico, familiar a veces,
dentro
de la manada.
No
conocen la moral y no hace falta.
Nosotros
requerimos, además,
la
inteligencia, las buenas maneras.
Quien
no controla sus apetencias
ni
usa la inteligencia y la educación,
es
bastante peor que una bestia salvaje,
su
conducta nociva daña todo el entorno.
Se
comienza a salir de la barbarie
ordenando
la cama al levantarse,
y
antes, en las meditaciones
de
la primera vigilia.
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