Hola,
amigas y amigos.
Hoy,
26 de marzo, no salí a caminar.
Como
se me antojó dormir con la ventana abierta, amanecí con un ligero resfrío que
fue cediendo gracias al reposo, hidratación y té con limón. No obstante, cuando
me sentí mejor me puse a practicar con la guitarra y luego hice un poco de
ejercicio: dos series de “palomitas” (30 saltos por serie); dos series de lagartijas
(15 repeticiones por serie). Y digan que fue mucho.
Antes,
tratando de hacer una pequeña siesta, seguí con la lectura de Julio Cortázar,
gracias a lo cual me asaltó la idea de un poemita. Trata sobre el hecho de que
no recuerdo haber jugado, cuando niño, en un parque. Quizá estuve en varios, pero
no me paseé en un columpio, no me lancé por un resbaladero, no me divertí con
alguien más en un sube-y-baja. No creo que la causa haya sido mi edad: sin
duda, ya se habían inventado los parques en aquel tiempo (años 60 y 70 del
siglo XX). En el poema me pregunto, ¿acaso no existían parques durante mi
infancia? Luego me respondo que quizá lo que no tuve fue una infancia de juegos
como los que tienen hoy los niños. ¿No tuve infancia? Tal vez sí, pues no nací
viejo.
Amigos,
también me estuve preguntando por la naturaleza de los virus y por la misión en
el mundo de los bichitos que nos enferman si el sistema inmune es débil.
Pensando, pensando, concluí que en este planeta los animales y las plantas se
alimentan y reproducen gracias a la enfermedad y muerte de otras plantas y
animales. Ignoro si los virus pueden llamarse animales, pero tomo el nombre genérico
para todo aquello que tiene alguna forma de vida, es decir, que se mueve. Las
plantas se mueven, también, aunque con relativa lentitud. Crecen y se pueblan
de hojas, flores, frutos: eso es animación. Considero animales a las plantas,
desde este punto de vista: poseen animación, que es la forma visible de una
posible ánima (alma). Siempre desde el parámetro que ya he descrito.
Por
lo dicho en el párrafo anterior, quiero contradecir al jefe de la OMS, Tedros
Adhanom Ghebreysus (creo que así se llama), quien afirmó que el coronavirus es
un enemigo de la humanidad, si los medios periodísticos no mienten en este
caso. En mi opinión, la naturaleza no tiene enemigos. Tampoco amigos. La
naturaleza es una maravilla que se sostiene mediante ciclos de dominio
alternante: a veces triunfa el león sobre su presa, que será su alimento; a
veces, la presa es tan veloz que el felino pasará hambre y será alimento de las
hienas. En ocasiones, plantas e insectos u otros animales colaboran, como las
flores que son polinizadas por abejas, colibríes, mariposas, murciélagos y
otros. A veces, insectos, plantas parásitas o bacterias invaden el cuerpo de un
árbol y lo destruyen.
Algunas
bacterias dentro de nuestro cuerpo cooperan con nuestra salud: se alimentan y
nos dan un servicio. Otras bacterias y algunos virus se convierten en huéspedes
nuestros para alimentarse y reproducirse. Si estamos débiles nos consumirán en el
proceso. Es lo mismo que pasa en toda la naturaleza, todos los días. Nosotros,
con haber permitido que nuestro número creciera al grado de poblar el mundo
hasta el hacinamiento, nos convertimos en blanco fácil de propagaciones y pandemias.
Si no viajáramos tanto entre países, una epidemia no tendría oportunidad de
extenderse globalmente. El virus no se propaga, lo esparcimos nosotros hasta
cada rincón de la tierra. El coronavirus no va a destruir la especie humana,
esta raza multicolor, pero la va a diezmar un poco. El problema es que los
sistemas de salud han sido deficientes en todos los países y no son capaces de
atender todos los casos graves que se presentarán. Esa tragedia desprestigia a
los gobiernos, una de cuyas tareas es cuidar la salud del pueblo. En parte por
eso tenemos tanto miedo.
En
fin, basta de rollo y cantemos la vida, tengamos precaución para librar este
lapso difícil, pero demostremos que entendemos la naturaleza y cuidemos nuestro
cuerpo, nuestro espíritu; cuidemos igual a nuestras personas queridas y a
nuestra casa común, tan contaminada ya por la codicia humana.
Un
abrazo coronado de esperanza para ustedes todos.
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