23 de marzo, 2020. Quinto día de confinamiento voluntario.
Faltando a mi promesa de ayer, no hice la relación de
mis actividades del día ni ofrecí una reflexión. Para compensar, escribo esta
mañana, con el compromiso de hacerlo de nuevo esta misma noche con las notas de
lo que haya ocurrido hoy.
Por
cierto, mi primera actividad esta mañana fue una serie de ejercicios de
tai-chi. Pero va primero lo de ayer:
1. Salí a caminar, con el
cuidado de no saludar a nadie de mano ni charlar a menos distancia de dos
metros. A ningún conocido encontré en la calle, así que esta parte resultó fácil.
Fui a la casa de alguien muy querido, una mujer, pero charlé con ella sin entrar,
sin darnos un abrazo. Ella no cruzó la puerta y yo estuve sentado en una silla
de patio. Platicamos, platicamos, platicamos. La caminata de regreso fue más
agradable por esos momentos con ella.
2. Como las caminatas son
mi fuente principal de ideas para escribir, llegué a tomar libreta y pluma,
esbocé unos tres poemas y los transcribí en mi laptop. Se guardarán ahí para un
día editarlos detenidamente. Ojalá también pueda publicarlos.
3. En el pequeño patio
trasero, me ejercité durante varios minutos: sentadillas, flexiones, saltos
(qué poca fuerza tienen mis piernas), remedos de lagartijas. Lo que podía sin
aparatos y con toda mi ignorancia sobre entrenamiento personal.
4. Terminé de ver Paterson,
una película de Jarmusch donde un joven conductor de transporte público escribe
poemas en una libreta, mientras la esposa decora sus propias cortinas y ropa,
además de que confecciona cupcakes sencillamente adornados. El joven poeta
nunca se atreve a buscar publicación de sus escritos, a pesar de la insistencia
de la esposa; ella, en cambio, tiene éxito vendiendo sus cupcakes. No digo más
para no arruinar las sorpresas de la trama a quienes no la han visto aún.
5. Mis anfitriones de
lujo me invitaron a ver con ellos Macbeth, película de Orson Welles basada, por
supuesto, en la obra de Shakespeare. Gran suerte la mía, pues la víspera había
terminado de leer la obra en una edición de Porrúa.
6. Antes de la caminata,
por cierto, admiré y fotografié una gran rosa, de color rosa encarnado, que
creció casi solitaria en su tallo en el jardín de mi hermana. Fue una de las
actividades más emotivas de ayer, a pesar de su brevedad.
Amigos y amigas: síganse
cuidando, guarden la sana distancia y no dejen de sonreír.
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