viernes, 16 de octubre de 2020

Último tirón. Una utopía. Por Agustín García Delgado


Foto: Agustín García


Viene la parte más difícil de la pandemia, la verdadera prueba.  No, no tendremos que idear otras medidas para cuidarnos, son las mismas: evitar los grupos numerosos, sobre todo en espacios cerrados. No visitar tiendas o familiares si no es indispensable, cuidar la higiene mental y corporal. Lo de siempre.

            Meses adelante, en un futuro que anhelamos llevadero, la solidaridad humana será guía de una reconstrucción del todo novedosa: la sociedad no saldrá de su confinamiento para hundirse en la rutina de antes. Creo que, más bien, hará algo mil veces mejor: pensará en los beneficios que un poco de ausencia humana causó en la naturaleza. Armonizar con ella nuestra vida toda, la economía y la política incluso, mostrará que aprendimos la lección. Las ideologías y las religiones y los intereses dinerarios no enfrentarán a los pueblos en más guerras fratricidas.

            Lo difícil de esta prueba es la duración, la constancia que nos exige.  Es una prueba de resistencia porque todavía veremos pasar meses de permanentes cauciones. Pero todo en la vida es así. Quien emprende una aventura, negocio o proyecto, sabe que la llave del éxito (llevar a término lo iniciado) es el esfuerzo sostenido. Una novela, una ópera, una serie de cuadros o esculturas, una carrera cinematográfica: toda empresa grande se construye en años de labor paciente. Hay quienes se cansan y renuncian a medio camino. Los más grandes trabajan hasta el último aliento, hasta el último gramo de fuerzas.

            Esta lucha contra la pandemia es una lucha por la vida. No es mal proyecto la vida, así nos exija periodos de contención o retiro temporal. Resistamos con estrategias inteligentes, con cuidado y responsabilidad, con amor por nosotros, por los otros.

            Como las ciudades abandonadas reaniman la vida salvaje (la mejor de todas las vidas), así reanimaremos la existencia civil del mundo, porque este golpe del pequeño y poderoso virus nos mostró el camino, a fuerza de trágicas recaudaciones. El camino es la convivencia humana con la naturaleza, no contra ella, no para beneficiarse de ella en la sola vía del azadón.

 

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