jueves, 19 de marzo de 2020

Qué hacer

Qué hacer durante una reclusión voluntaria (1)
Lo importante es pasarla bien, esto es, evitar la ociosidad. Ociosidad es algo distinto del ocio. La primera es hija de una pereza nociva. La segunda es un cronotopo creativo, una oportunidad de aprovechar los momentos y las circunstancias de la mejor manera, es decir, haciendo algo, moviéndose, meditando, aprendiendo cosas nuevas y siendo útiles a los demás.
            Esto último no sé si lo consiga, pero sin duda lo intentaré, al menos por la vía de entretener a quienes tengan tiempo de leer estas líneas que, según me propongo, “colgaré” en las páginas virtuales de mi blogspot, diariamente, durante dos o tres meses.
            ¿Por qué habría de ser entretenido, este ejercicio, para otras personas que no sean el autor mismo? Pues tal vez porque podrían ser una muestra, entre muchas otras posibles, de actividades que se pueden realizar cuando uno está por necesidad “guardado en casa”.
            A nadie le propondré qué hacer, sino algo más simple: diré lo que yo hago. Cada día, por la tarde, escribiré el relato de mis actividades y lo compartiré con ustedes, lectores cautivos (aunque no necesariamente cautivados: no aspiro a tanto).
            Comienzo, pues. Este día, 19 de marzo de 2020, segundo de mi confinamiento, he perpetrado los siguientes quehaceres, entre otros.
            Emprendí la traducción de un poema breve. “Boy, cat, canary”, del escritor inglés Stephen Spender. Ofrezco el texto original, más no mis avances traductores, pues los presentaré cuando sienta que ya he pulido cuanto puedo, tras lo cual me apoyaré en lecturas críticas de amigos más expertos que yo en el idioma inglés. Elegí este poemita porque para mí es encantador. Pero mis adjetivos no serán la base del juicio de ustedes. Va el poema:

Boy, Cat, Canary
(Stephen Spender)

Our whistling son called his canary Hector.
‘Why?’ I asked. ‘Because I had always about me
More of Hector with his glittering helmet than
Achilles with his triple-thewed shield.’ He let Hector
Out of his cage, fly up to the ceiling, perch on his chair, hop
On to his table where the sword lay bright among books
While he sat on his yellow jersey, doing his homework.
Once, hearing a shout, I entered his room, saw what carnage:
The Siamese cat had worked his tigerish scene;
Hector lay on the floor of his door-open cage
Wings still fluttering, flattened against the sand.
Parallel, horizontal, on the rug, the boy lay
Mouth biting against it, fists hammering boards.
‘Tomorrow let him forget.’ I prayed, ‘Let him not see
What I see in this room of miniature Iliad –
The golden whistling howled down by the dark.’

En una próxima entrega ofreceré mi versión, si nada lo impide.

            Otras de mis actividades de estos dos días fueron:
·         relectura de Macbeth, de Shakespeare (creo que ahora entendí un poco mejor esta tragedia);
·         diez minutos de práctica con la guitarra (aquí debo aumentar el trabajo);
·         ejercicio físico (sentadillas, lagartijas, levantamiento de mancuernas de 15 libras [especialmente peso muerto], un poco de tai-chi y respiraciones profundas;
·         45 minutos de la película El faro (a ver si hoy tengo tiempo para terminarla);
·         escribí un poemita sobre el aislamiento y la reclusión (no lo publicaré aquí por ahora, pero algún día lo verán ustedes).
Desde luego, respondí correos, ayudé un poco en tareas domésticas, conversé con mis anfitriones (de lujo), hice un par de llamadas telefónicas. Quizá mañana comience otra obra de Sir William y escriba algunos aforismos u otro poema; trataré de terminar la traducción. Sin duda, veré una peli de Jarmusch (Paterson) luego de terminar El faro, con Willem Dafoe.
No es grata la soledad del encierro, pero se pueden hacer mil cosas buenas. Ojalá otras personas compartan sus experiencias. Salud, sana distancia y buena convivencia para todos ustedes.

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