El haiku, ¿poema
proteico?
Hay una
característica del haiku que me intriga: en la secuencia de transformaciones
que varios autores sugieren o practican, muchas modificaciones han dado formas
diversas a un género que nació con ciertas rigideces.
Esto debe aclararse:
la forma “clásica” del haiku japonés consiste no solo en su métrica (dos ideas
separadas por un corte sintáctico o kireji; diecisiete sílabas), sino
también en la inclusión de una palabra estacional o kigo. Además, no
suelen admitirse (se dice) figuras retóricas, ni la inclusión del yo como
protagonista, ausencia de título, entre otros detalles. Estas características
formales nacen de la historia misma del haiku, de la cual hablaremos más
adelante. Tal “rigidez”, entonces, no es una imposición de alguien, sino que le
viene de nacimiento.
Por añadidura, la
métrica de este género es compartida por varios otros géneros en la poesía
japonesa, por lo cual se debe tener cuidado de no identificar un poema como
haiku con base en sus líneas de 5, 7 y 5 sílabas.
Algunas compilaciones
de, por ejemplo, haiku norteamericanos parecerían indicar que cualquier texto
con tres líneas breves puede llamarse así.
Las traducciones
occidentales (y de varios japoneses) del haiku japonés a otros idiomas ha
establecido la costumbre de presentarlo en tres líneas de 5, 7, 5 sílabas. Sin
embargo, este tipo de poema no siempre tiene 17 sílabas y no siempre es posible
agruparlo, en la traducción, como 5, 7, 5. Entrado el siglo XX, surgieron cada
vez más poetas, japoneses y de otras nacionalidades, que han preferido formatos
no ortodoxos o “clásicos”, de modo que se proponen haikus de una línea, de
quince o menos sílabas, de veinte o más sílabas, de cuatro líneas, etc. Otro
cambio notable es que, al menos en el mundo angloparlante, es cada vez más
aceptada la idea de que toda composición con métrica 5, 7, 5 puede llamarse
haiku. La forma poética más cercana, que para muchos es opuesta al haiku, sería
el senryu: varios autores coinciden en que es difícil distinguir entre uno y
otro. Blyth, el gran estudioso del haiku y otros géneros poéticos del Japón, aporta
un par de ejemplos explicados, luego de estas palabras sobre ambas formas
poéticas: “El haiku puede verterse en la debilidad y decadencia de la vida; el senryu,
en la crueldad”.
El viejo koto;
Un
ratón aparece;
Tarde
de primavera. Kyôday
Hay una extraña y tenue relación entre
la edad del koto, una especie de arpa, su naturaleza, el ratón, y la
tarde primaveral. En todo ello hay cierta degeneración, algo de muerte y
cansancio, algo secreto y oscuro.
Volviendo
de observar las flores,
–¡Su
casa
quemada
hasta los cimientos!
Este senryu es insensible, y aún es
poesía. La vida es como esto. La tibieza del sol hace florecer al cerezo; y
también seca la casa, así que arde con fuerza. Hay una semejanza, pero también
qué violenta diferencia, en las flores, su delicado perfume y color sonrosado, y
los ennegrecidos tocones de pilares y postes.[1]
Junto a muchas
propuestas prácticas de cambios en el metro y otras características, el haiku
“clásico” sigue siendo multitudinario.
En la historia de la
poesía mundial se han creado múltiples “formatos” o poemas de forma fija, como
el terceto en decasílabo (usado por Dante y muchos otros), el soneto (de origen
italiano), la octava real, la copla manriqueña, la décima octosilábica y muchos
otros. De todos ellos, me interesa el soneto. Durante muchos años pensé, por
falta de curiosidad investigativa, que las modificaciones a la forma clásica
empleadas por los poetas de todos los tiempos eran escasas o, incluso raras.
Las variantes más conocidas del soneto son, hasta donde yo sabía, las siguientes:
1. La forma distinta
entre el soneto de herencia italiana o petrarquista (dos cuartetos seguidos de
dos tercetos) y el soneto inglés, llamado también shakespeareano (tres
cuartetos rematados por un dístico monorrimo). Las variantes en cuanto a
esquemas de rima me parecían poco más que las múltiples posibilidades
inherentes a la forma fija.
2. El agregado
final o estrambote. Generalmente se trata de uno, dos o tres versos finales,
endecasílabos o combinación de este metro con heptasílabos.
3. Las distintas
métricas históricamente empleadas: sonetos en verso alejandrino (14 sílabas),
decasílabos, octosílabos (llamados a veces, de aquí a menor metro, sonetillos).
Hay hasta el extremo experimentado por José Juan Tablada, de una sola sílaba
por verso (y, por tanto, bisílabo). El texto se llama “Soneto sin ripios”.
En realidad,
las variantes del soneto son muchas más, y la comunidad literaria las acepta sin
reproche.
Mi conclusión es
que no debe sorprendernos este juego de las variantes poéticas del haiku y las
mutaciones que ha sufrido en diversos tiempos y lugares. Ni la “palabra de
estación”, ni el acomodo en tres versos, ni otras características resultan
inamovibles. Lo que sí creo imprescindible es la investigación: antes de llamar
“haiku” a un escrito, conviene saber del modo más amplio posible la historia de
este fenómeno literario, su espíritu en el origen, sus adaptaciones en cada
nación. De otro modo, faltamos al respeto que nos merece la poesía.
Esto es parte,
en fin, de una rica discusión que lleva mucho tiempo planteándose, tanto
en Japón como en otros países.
[1] R. H. Blyth, Senryu. Japanese Satirical Verses. The
Hokuseido Press, 1949, p. 27. Traduzco
del inglés original, aunque suprimí, por comodidad, los caracteres japoneses
que preceden a cada poema. Blyth hizo este libro (y otros varios) incluyendo
los poemas en su idioma originario; bajo estos, ofreció su traducción al
inglés.
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