1. Nunca
escribas, y menos cuando creas que tienes algo que decir: ya todo fue dicho y
existen demasiados libros, como bien lo dijo Gabriel Zaid.
2. Sólo sería
válido escribir para contemporáneos, que cuando acabamos la escritura, ya son
antepasados. La posteridad no la viviremos, pues el futuro es algo que mañana
será llamado el ahora. Incluso, lo mejor sería escribir para personajes del
pasado que admiramos. Eso sí tendría valor, al menos como de reliquia.
3. En ninguna
circunstancia vale la pena recordar que en literatura no hay nada escrito: ya
todo se hizo y puede comprobarlo quien tiene una mediana cultura literaria.
4. Lo que puedas
decir con cien palabras, dila con diez y quedará mejor, como sugirió en su
tiempo Borges. Si algo se puede decir con una sola, entonces mejor el silencio.
Aquí sí coincido con Monterroso: cincuenta es un feo número para las palabras.
Mejor, ninguna.
5. Escribir no es
más arte que freír un huevo, y no soy el primero en afirmarlo. Con mediana
inteligencia se puede escribir bien, aunque más inteligente es quien jamás
escribe nada, como Sócrates.
6. Nadie puede
escribir con hambre, ni entre los piojos de una prisión (hay excepciones
honrosas). El insomne no quiere curarse, por eso no debe escribir. Hay que
dormir, vivir una vida tranquila, cosas que no hizo el gran Homero ni mucho
menos George Byron. En cuanto a Bloy, ciertamente, ganó muchos... enemigos.
7. Sin hacer caso
de las mentiras de Monterroso, sí hay que libar las mieles de la fama, para lo
cual es mucho mejor no escribir ni jota. ¿Qué libros hicieron Marilyn, Lennon o
Elvis Presley?
8. Falso que los
ricos y poderosos lean mucho. No leen, pues son inteligentes y ya no les hace
falta el cultivo que urge a las mentes débiles y empobrecidas que, de paso, no
pueden comprarse libros.
9. Si las
personas creyeran y dudaran alternativamente de sí mismos, no sería extraño que
también perdieran el tiempo escribiendo: es un oficio para esquizoides. La
sabiduría no se lleva bien con el exhibicionismo de quienes escriben.
10. Otra vez la
inteligencia. Demuéstrala de la mejor manera: con silencio.
El mío es un decálogo
serio y por ello no haré doce reglas, como Augusto (qué manera de burlar a los
lectores). Yo recomiendo descartar todos los puntos del falso decálogo
monterrosino. Éste sí es para escritores: para que dejen esa torpe actividad.
(Agustín García
Delgado)
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