En pocas palabras puede resumirse
un aspecto del acto artístico: es más trabajo que cualquier otro. El artista
suele ser (aunque no siempre lo sea) una persona con actividades comunes para
sobrevivir que, además, realiza una tarea tanto o más pesada. Para pintar un cuadro,
componer o ejecutar una pieza musical, escribir un poema o una novela, el
artista debe estudiar durante muchos años, generalmente toda la vida. Junto al
estudio, debe intentar, con ayuda de técnicas y paciencia para fallar y probar
miles de veces, producir una obra. Sin garantía de que igualará a los grandes
maestros que le sirven de estímulo e inspiración. Sin esperanza de que ganará
algo material a cambio de ello. Sin la seguridad de que será, por lo menos,
reconocido o admirado. Siempre, sin embargo, con igual entusiasmo y amor por su
faena. Una empresa cuyo premio es la realización misma; el camino y no la meta;
el proceso, no tanto el producto. Cuanto más se afane en ello, más satisfecho
quedará. Eso es el arte y eso es lo que hace un artista.
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