martes, 27 de octubre de 2020

Un excelente libro. Por Agustín García Delgado

 


Raúl Manríquez Moreno


Hace unos días, el doctor Raúl Manríquez me hizo llegar, muestra de calidez personal y generosidad, su poemario Alquimia de la muerte. Con un tono íntimo y ritmo sosegado, perfectamente acorde con el tema de los versos, el poeta nos acerca, desde escenarios muy bien construidos, a situaciones en que la muerte está muy próxima, o bien, donde está ocurriendo o donde es una presencia en la memoria. No faltan momentos en que se reflexiona sobre la inminencia de “la amenazante sombra”, como la llama Raúl. Desde luego, también hay poemas de esperanza, de amor. Y, debido a la formación académica del autor, encontramos algunos excelentes poemas filosóficos. Algo más, su poesía es clara, legible con todo y su profundidad. Esta cualidad es una joya que siempre agradezco.

Pero no intento hacer un ensayo sobre la obra de Raúl Manríquez. Para eso requiero más tiempo y espacio, si he de escribir algo digno de su talento. Es frío, por cierto, hablar de talento frente a esta poesía. Primero quiero reconocer mi asombro: no sabe uno cómo es que se guarda, casi escondido, el trabajo de un buen poeta que no figura en cenáculos literarios, en “redes sociales”. O, si lo hace, será restringido a un espacio donde le conocen como poeta unas cuantas personas cercanas. De por sí, la producción de poesía no es, hoy por hoy, un teatro de popularidad. Descubrir, en suma, un libro como este, es un regalo.

Alquimia de la muerte es su único libro individual de poesía. Antes participó en el texto colectivo Quinteto para un pretérito. El resto de su producción literaria se extiende a dos volúmenes de cuentos y dos novelas, además de su inclusión en Éranos. Investigaciones de filosofía en el norte de México, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Raúl Manríquez Moreno obtuvo el Premio Chihuahua de Literatura en el año 2000; en el 2007, mereció el Premio Nacional de Novela “Justo Sierra O’Reilly”.

Creo que la mejor presentación de un libro es dejarlo hablar, de modo que me atrevo a transcribir, con permiso del autor, uno de sus poemas, con la promesa de que seguiré releyendo el libro y ofreciendo muestras de esta poesía en periodos no regulares (la disciplina y el orden me son difíciles). Lean ustedes el poema 6 de la sección “Teodicea”:

 

En un mundo en el que todo ocurre
lo imposible también tiene cabida.
Más allá de la ciencia y de la fe
de cuando en cuando, inexplicadamente
hay estrellas que se vuelven flores,
relámpagos que salvan a los hombres,
sombras que vuelven a la vida
o un destino final que no se cumple,

Son los milagros fisuras en el tiempo,
desasosiegos de lo cotidiano,
ventanas al misterio que fugazmente se abren,
interrupciones de la realidad.

 ¿De quién es la mano que los traza?
¿De la cuántica y la coincidencia
la ínfima probabilidad
que alguna vez se cumple por azar?
¿O es Dios que rompe así
el infinito tedio de la eternidad?


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