Las primeras flores y
brotes de una primavera adelantada, en el campus que mil veces anduve, me dio
su despedida secreta. Solo un árbol ya muy viejo y yo sabíamos que eran los últimos
pasos que andaría yo junto a esa poderosa, riente y soñadora juventud del
Instituto de Ciencias Biomédicas. Los compañeros de labores del edificio R, impresores,
editores, diseñadores, administrativos en general, en cambio, sí que lo sabían:
por fin llegó el momento del retiro, de pensionarme tras un cuarto de siglo en
la Universidad. No diré sus nombres para no olvidar a ninguno.
Otros campus también me cobijaron, desde luego, y los
recuerdo con cariño.
Mi Universidad, la Autónoma de Ciudad Juárez, recibió lo
poco que supe darle y a mí me dejó marcado absolutamente. En pocas palabras, gran
parte de mi formación intelectual y humana la recibí en sus aulas e institutos.
Lo más importante y entrañable, sin embargo, fue la relación personal, las
amistades que pude disfrutar durante esos años. El conocimiento de la gente,
así de cerca, en plan de compañeros laborales, me dio enseñanzas que no se
encuentran en los libros. No así de claras e intensas.
El adiós que deseo expresar para mi Universidad y su
gente no se puede pronunciar con palabras simples y breves; solo puedo decirlo
aproximadamente con afirmar que, de todo corazón. estoy agradecido con ese
lapso, con la Institución, con la gente que me dio su amistad, con los
profesores que me guiaron. Algunos de esos amigos y profesores ya partieron,
pero su huella sigue viva para mí. El adiós a mis compañeros de labores va con
mi deseo de que disfruten la vida y el trabajo, de que sean felices como un
modo de vivir cada día. Lo que aprendí en este tiempo es fruto de la convivencia
con hombre y mujeres de gran calidez e inteligencia, de interesantes ideas:
todo ello me fue transformando y convirtiendo en lo que he llegado a ser.
Mientras yo siga vivo, tendré tiempo y disposición para
todos mis compañeros universitarios. Y siempre guardaré los mejores recuerdos
de esa larga relación que ahora llega, como todo, a una nueva fase. Gracias por
su compañerismo y apoyo. Gracias por aguantar mis errores y perdonarme. Gracias
por escucharme cuando necesité ser escuchado.
Hasta pronto, UACJ, amigos, mi viaje de 25 años aquí
acaba y a la vez que digo ¡bajan!, me despido con un abrazo para todos y cada
uno de ustedes.
2 comentarios:
Recuerdo cuando te conocí en el 2001 en ICSA, siempre amable –algo que has conservado no como una característica de tu personalidad sino como parte de tu espíritu. Un abrazo, Agus.
Una senda y un tiempo recorridos; sembrando y cosechando, según leo. Felicidades Agustin (con aprecio)
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