Cocina
de cumpleaños
El padre preparó una gran ensalada con
trocitos de zanahoria cocida, corazones de alcachofa, espinacas frescas, tomate
picado y no sé qué tantos ingredientes coloridos, de modo que el resultado bien
merecía llamarse “poema cromático”, mismo que dispuso con parsimonia de artista
al centro de la mesa. La niña observaba desde un rincón, fingiendo que jugaba, con
misterioso interés.
El poema
de la madre, en cambio, tenía notas aromáticas que inundaron la cocina tras el
concierto de crepitaciones y hervores de la estufa; finalmente sirvió el guiso
en lindos platos de cristal junto a un canasto de galletas para el postre. Su
delantal tenía corazones rojos y estrellitas, figuras que gustaban a la hija.
Era el
cumpleaños de la pequeña, quien a su tierna edad fue capaz de agradecer el
agasajo tomando con propiedad el tenedor, que le sirvió para acercarse el
canasto; luego deslizó el plato del guiso hasta mandarlo al suelo y, para hacer
mayor espacio, volcó el platón de la ensalada. En medio de semejante caos y el
silencio de los padres, que no encontraban palabras para expresar su desazón,
la niña tomó un puñado de galletas y bajó con pericia de la silla para irse a
divertir con sus juguetes, pues hambre, era evidente, no tenía mucha.
La
poesía mejor, en aquella ocasión, se manifestó intensa y cruda en la sonrisa triunfal
de esa criatura.
1 comentario:
Love it!!!!
And Love YOU!!!!
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