domingo, 17 de agosto de 2014

Sombra rota


Gris pero lumínica,
como tarde que se alarga
avanza, sin seguir trazo ninguno:
línea indibujable donde puede apoyarse la belleza.

Pero mi sombra —bella aún— inclina el cuello hacia la izquierda,
también quebrada en la cintura, no sin gracia.
Parecen saltos su ritmo inverosímil
que imprime un pie desde el tobillo en marcha fracturada:
más roto va su paso
por el sol que carga en las espaldas.

Insisto: va con gracia negando la marcial finura
y se desliza como entre las ondas,
ya de arena, ya de mar, pues articula
una suerte irregular de las andanzas:
rectilíneas no, mas repticurvas quebrazones,
contorno de muñeco descompuesto,
como perfil de un cojo sin bastón y apresurado.

Negro espejo, se prolonga
ante mi marcha quebradiza.
El suelo reescribe su grafía,
zig-zag de serpiente taciturna,
lóbrego río entre las grietas de la calle.

Se derrama con donaire por la acera;
sin mucha derechura anda y se extiende,
el cuello a un flanco reclinado,
tartamudo el pie al andar...
¿será tan anómalo el concreto?
La columna blandecida que soporta cada paso
tendría que estar del todo rota;
no hay sorpresa si, por mor del viento, se desploma.
Pero la luz respeta sus vaivenes:
¿es un contrahecho,
un ebrio de huesos fracturados?
el pavimento lo delata o finge,
en la tarde que prospera, un monigote
alargado en parda, cómica fatiga.

Con abrupto vaivén, esta silueta,
como el bulto de su origen,
traquetea, figurín de acero articulado:
clic-clac, clic-clac,
cruje la sombra y se reclina.
Averiado, un cuerpo la persigue.

Sombra, umbra que me nombra,
mancha que duele en el resquicio,
en cada trastorno del camino
y de sí.
Grietas repiten en el suelo
accidentes de este cuerpo.
otro yo sigue adelante,
relámpago dudoso.

Tiniebla que se entiende, que propaga
cuanto dentro bulle fragmentado
y aquel extremo doblamiento.

Me voy, seguido por cosa de saltos y crujidos;
escala de huesos que llega al suelo y me proyecta:
soy eso que cuentan sobre mí,
que retoza, que se tuerce y que se ríe.

1 comentario:

Maquila Donna dijo...

Ricardo y yo hemos leído tu poema esta noche. Nos parece espléndido y no nos sorprendemos del nivel que tu poesía ha alcanzado. Sabemos que pules y pules, como buen carpintero. A mí me gustó cómo a través de la sombra, perfilas el andar del personaje. Es la sombra la que nos lleva en el roto recorrido. El juego con la palabra sombra le da ritmo y musicalidad. Es un poema magnífico, te felicito.