viernes, 10 de enero de 2014

Consejos elementales... (2) Necesaria digresión

¿Cuándo comienza la escritura de un artículo, una tesis, un libro cualquiera? Se podría pensar que comienza en el momento de elegir el tema, o quizá después, mientras elaboramos el esquema o outline. No es así. En realidad, las ideas que vertimos en cualquier escrito se han ido forjando durante toda nuestra existencia. Además, la calidad de lo que escribimos tiene que ver con nuestra forma de expresarnos, con lo que deseamos compartir, con las habilidades que hayamos cultivado a lo largo de nuestra construcción como personas. Esto no tiene relación solamente con las lecturas que hayamos realizado, sino con la manera en que leemos; también tiene que ver con nuestra curiosidad, nuestra capacidad como observadores, nuestra moral y nuestra ética —si nos preocupa lo que sucede a cada humano, desde luego esto se reflejará en la manera como “leemos” el mundo: una lectura integral no es sólo en el acto de leer palabras escritas—. Lo que hayamos leído y la manera en que lo hayamos hecho es parte de nuestra forma de escribir y nuestra forma de ser.

            Entonces, la escritura del artículo, el reporte investigativo, la tesis o cualquier libro comienza con la vida misma. Escribir es un acto responsable y trascendente, por eso hay que hacerlo bien y con tiempo, revisar varias veces, repensar cada concepto. Quien lee un escrito nuestro nos “lee” también a nosotros como personas. Por eso se prefiere la pulcritud, la calidad y la calidez. Muchos lectores prefieren estas cualidades en lo escrito: brevedad, claridad, concisión. Si una persona tiene un modo de hablar confuso, denso, desordenado, con mentiras deliberadas, tendrá escasa audiencia y quizá pocos amigos. Al hablar y al escribir nos descubrimos y presentamos ante los demás, mismamente que al vestir, mirar, caminar, trabajar.

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