¿Cuándo
comienza la escritura de un artículo, una tesis, un libro cualquiera? Se podría
pensar que comienza en el momento de elegir el tema, o quizá después, mientras
elaboramos el esquema o outline. No
es así. En realidad, las ideas que vertimos en cualquier escrito se han ido
forjando durante toda nuestra existencia. Además, la calidad de lo que
escribimos tiene que ver con nuestra forma de expresarnos, con lo que deseamos
compartir, con las habilidades que hayamos cultivado a lo largo de nuestra construcción
como personas. Esto no tiene relación solamente con las lecturas que hayamos
realizado, sino con la manera en que leemos; también tiene que ver con nuestra
curiosidad, nuestra capacidad como observadores, nuestra moral y nuestra ética
—si nos preocupa lo que sucede a cada humano, desde luego esto se reflejará en
la manera como “leemos” el mundo: una lectura integral no es sólo en el acto de
leer palabras escritas—. Lo que hayamos leído y la manera en que lo hayamos
hecho es parte de nuestra forma de escribir y nuestra forma de ser.
Entonces,
la escritura del artículo, el reporte investigativo, la tesis o cualquier libro
comienza con la vida misma. Escribir es un acto responsable y trascendente, por
eso hay que hacerlo bien y con tiempo, revisar varias veces, repensar cada
concepto. Quien lee un escrito nuestro nos “lee” también a nosotros como
personas. Por eso se prefiere la pulcritud, la calidad y la calidez. Muchos
lectores prefieren estas cualidades en lo escrito: brevedad, claridad, concisión.
Si una persona tiene un modo de hablar confuso, denso, desordenado, con mentiras
deliberadas, tendrá escasa audiencia y quizá pocos amigos. Al hablar y al escribir
nos descubrimos y presentamos ante los demás, mismamente que al vestir, mirar,
caminar, trabajar.
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