2) Sangrías
Lleva este nombre el espacio que agregamos
del margen izquierdo a la letra mayúscula con que inicia de un párrafo. Suele
medir la distancia que tenga asignada la tecla Tab, de modo que sólo habremos
de presionarla para poner una sangría. Si se quiere optar por otra medida, en
la barra de herramientas damos click a Format
y de ahí escogemos Paragraph; bajo el
lema “Indentation” buscamos la ventana de “Special” y escogemos “First line”;
frente a esa ventana leemos “By”: ahí escribiremos el valor que deseamos dar a
la sangría. El párrafo inicial de un artículo o de un capítulo suele ir sin
sangría.
Una
medida usual de sangrías es media pulgada (.5”), aunque cada quien puede optar
por la que le parezca elegante o cómoda.
La
función de las sangrías es identificar sin lugar a dudas dónde comienza un
párrafo nuevo, sobre todo cuando no se pone espacio entre uno y otro. Los
editores prefieren, por lo general, que no haya espacio entre párrafos en
textos impresos que reciben para revisión.
3) Interlineado
Muy importante es el espacio entre
líneas —o renglones—. Si las líneas están muy cercanas, el texto se asemeja a
una mancha oscura donde causa fatiga concentrar la vista y, así, la lectura se
dificulta. El espacio entre renglones debe ser al menos el doble de alto que
las letras pero, en el caso de los textos que un autor propone para su
publicación, es mejor utilizar el doble interlineado (el procesador de palabras
ofrece opciones: 1, 1.15, 1.5, 2, 2.5…).
Si el editor lo pide, puede espaciarse a 1.5, pero el doble espacio resulta mejor
cuando se agregarán observaciones y notas durante la corrección. Además, en un
texto impreso con suficiente espacio será más fácil detectar erratas.
El tamaño de
letra, nos faltaba decirlo, debe ser de 12 puntos y en una tipografía común, de
las usuales en todas las computadoras. Arial, Times, Times New Roman son las
que se emplean mayoritariamente. De más está decir que la tinta de impresión,
que puede regularse a diferentes intensidades, debe ser suficiente para facilitar
la lectura.
4) Encabezados
Un texto limpio es un texto bien
organizado. Parte fundamental de la organización consiste en la claridad con
que pueden reconocerse las partes y subpartes, por decir: capítulos,
subcapítulos, citas textuales, etcétera. Simple y claro, como debe ser un buen
discurso, debe ser también el orden de un trabajo escrito. Esto implica, entre
otras cosas, que el tamaño y acomodo de letras, en el título general de un
artículo, deben ser distintos del tamaño y acomodo de los subtítulos.
Los subcapítulos
tienen también, a veces, otras subdivisiones; ahí debe usarse una tipografía
diferenciada. Pero, cuidado: la tipografía del encabezado en los capítulos debe
ser igual para todos los casos (por decir, texto en altas o en versalitas); la
tipografía que encabeza las partes del capítulo (es, decir, los subtítulos)
siempre debe ser igual en todos los subtítulos del artículo (suelen ponerse en
negritas o bold); si hay divisiones
dentro de un subcapítulo, hay que diferenciarlo escribiendo el encabezado, por
ejemplo, en itálicas.
No se trata de
ponerse muy creativos, sino de presentar con claridad los diferentes niveles de
la estructura en el texto. Si el editor puede reconocer de manera inequívoca
los distintos niveles jerárquicos en el escrito, eso facilitará mucho el trabajo
del diseñador. De este modo, se evitarán errores lamentables que a veces no
descubre el autor sino hasta que se hizo la impresión de todos los ejemplares.
Al final de
estos breves “Consejos elementales”, ofreceremos como ejemplo un texto con
todas las características descritas aquí. Si hay dudas o queda incompleta
alguna información, pueden ustedes preguntar a mi correo electrónico o en el
sitio electrónico donde se publican estos comentarios.
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