A mi compañera
Eres parte de mí, en emoción y en cuerpo.
Por decir algo aproximado,
sustento de mis pasos,
la mirada que guía mis herramientas de trabajo
cuando escribo,
cuando escarbo la tierra
o fabrico una silla.
Y no eres mi mano derecha:
eso queda para socios o ayudantes.
Tú eres más.
Tampoco te asemejo con mi mano izquierda,
tan importante y especial.
Tú eres más:
cada brazo siempre está pegado a mí;
tanto apego
ni tú ni yo lo aguantaríamos.
Más bien tú me completas
como a una mano le hace falta la otra mano,
a las piernas los dos ojos,
a los dedos cada uña
en quehaceres habituales.
Quien se rompe un brazo, un dedo
o sufre mutilación corpórea o emotiva
sabe cuán difícil es moverse y existir
con una sola mano, con un pie, un ojo,
una hermana,
un hermano menos.
un hermano menos.
Así eres, compañera mía:
me das el equilibrio,
me resuelves tanta invalidez humana
de las muchas que contengo.
Confieso que por eso estoy contigo
y, alguna vez hay que decirlo,
por el básico interés
o ilusión elemental
de estar completo.
1 comentario:
Estos son comentarios de Lucy Galván-Trejo:
"Qué orgullosa se ha de sentir tu esposa de despertar tan bellos sentimientos."
"Cuando de amar se trata la escatimación no entra."
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