Mi
lugar es un pedazo de tierra,
siempre
a mi lado viaja como hermano entrañable;
me
lleva como alfombra fabulosa de Persia.
Me
desplazo con ella,
con
mi tierra camino cruzando la frontera.
En
estas suelas traigo la evidencia:
esta
hermana es conmigo
lo
que el aire a las alas
de
todo animal u objeto que aletea.
Es
mi medio, como el agua del pez.
¿Es
ajena la cama de un hotel de otra patria
cuando
descanso en ella?
¿A
quién pertenece mi sueño en esa hora
tenebrosa
o feliz?
Me
place compararme con los pájaros:
conquistadas
las alas del viento por las plumas;
no
hay alguien que reclame propiedades aéreas.
Por
su cadencia grácil,
por
su ambición, su altura,
son
las aves libertos ejemplares.
Mi
pensamiento es un todoterreno,
mi
corazón planea como albatros
por
planicies abiertas bajo el cielo.
Corazón
y pensamiento van sin visa.
A
veces, en efecto, no tengo pasaporte,
y
esos que no comprenden mi unión con el país
que
es uno y todos,
construyen
muros que impiden el abrazo,
paran
el trotecito de mi senda conmigo:
allá,
en otro terruño que es el mismo
se
detiene a esperarme otro pedazo de mí.
Queda,
confuso,
suspendido
en el viaje mi zapato andador.
1 comentario:
Hermoso poema, vive Dios.
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