sábado, 26 de noviembre de 2011

En memoria de Tomás Segovia

Esta dulzura de cerrar los ojos
Y dejar que se aleje y desvanezca todo
(T. S.)

En la copia inerte de tu rostro busco
una íntima humedad, sumergidos rasgos de mí propio.
Reitero tus preguntas, las de ayer y ahora,
frente a ese destello de tus ojos, fulminante,
avaricioso de saber y hacernos ver.
Cómo sonríes, fresco en mi memoria,
con la severidad amable de tus labios graves,
tus delgados labios de señor condescendiente y sabio.
Cuando has cerrado ya los ojos, en tu frente inmensa
¿hay un fulgor como anagnórisis?
La paz que fue endulzando tus mejillas,
haciendo más blanco tu cabello,
me hace pensar que sí, que ya te reconoces
y es el nuevo premio que te da la vida: hondo espejo
en las aguas de un pasado generoso
como tú, profundo y vasto.

1 comentario:

Míkel F. Deltoya dijo...

Don Tomás, no me tocó verlo, la última aparición pública la hizo en la Feria Internacional del Libro en Monterrey, me fue imposible asistir, me arrepiento titánicamente de eso.

Que en paz descanse.