Invoco a los poetas
que escriben sus líneas como una donación de sangre.
Entiendo por poeta
al que es como un pecho luminoso y abierto:
a esos poetas invoco, pregunto, solicito enseñanza,
pues quiero decir el mundo como quien observa,
como quien mira en las tres direcciones del tiempo.
Ver el muro y la puerta y las vías,
los astros cooperando en la urgencia sexual de los insectos.
Toda urgencia, apremio, obsesión cooperando con la buena vida.
Ver el mundo y decirlo, debiera, sin palabras altivas o extrañas.
Hablar con un hombre y responda el temblor de su sombra;
con una mujer, y las palabras calienten su cuerpo y el mío.
Si venimos de un viaje entre los astros nos urge contarlo:
brilla cierta estrella en razón de unas venas donde la música baja como arroyo
y el crepitar de otro sol se reitera en latidos,
en guijarros percusivos, en voz.
Aletea quizá un colibrí,
que asomado a unos párpados...
¿Verdad, Gorostiza?
¿Es así, Neruda?
1 comentario:
Mi querido profesor, una vez mas gracias por tener el don de la palabra y compartirlo.
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